16 sept 2007

Ronchamp. La iglesia de María

Las Ruinas de la antigua iglesia, destruida en la segunda guerra mundial, yacen esparcidas en la Colina de Ronchamp. Le Corbusier mandó amontonarlas formando una montaña en la esquina oriental de la colina.



Finalmente esas rocas consagradas formarán parte de una pequeña pirámide escalonada similar a aquellas que en Chichén Itzá utilizaban los mayas para el culto al SOL. Éste altar nos permite comprender la importancia que le otorga Le Corbusier al sol dentro de su intervención en Ronchamp.



Durante la carrera nunca entendí la forma de Ronchamp ( Le Corbusier 1955), me sobrepasaba su formalismo bulboso, sus paredes borrachas y el oscuro sombrero de ala ancha que coronaba el edificio. Sin embargo su interior siempre me ha inspirado.

Ahora creo que la iglesia de Ronchamp, dedicada a la Virgen María, no es un edificio, y difícilmente podría ser arquitectura. Ronchamp es un cuerpo vivo, un cuerpo vuelto del revés. El interior de Ronchamp es el cuerpo, la vida, y el sufrimiento de la Virgen María.
El Sol i la iglesia, o Dios i la Virgen serán el vínculo sagrado del que nacerá Jesús. En la escenografía que despliega Le Corbusier Jesús surge entre la interacción del sol y la iglesia. La luz que penetra en el edificio representará al hijo de Dios.




El amanecer arroja la primera luz que capta la capilla este de Ronchamp. El color rojo que la envuelve se enciende y el espacio bulboso de la capilla se hincha de la luz rojiza y palpitante de un nuevo día. Esta capilla está dedicada a la Virgen, a la esposa y a la madre de Le Corbusier. Es la representación de la feminidad y la maternidad, de hecho el color y su forma evocan el interior del vientre materno, y al igual que el amanecer alumbra un nuevo día, la luz en el interior de la capilla alumbra a Jesús, como luz. (Amanecer, sol naciente, alumbramiento, todas estas palabras tienen un eco especial dentro en la iglesia ). Ésta es la alquimia que realiza Le Corbusier en su iglesia, una representación de la cristiandad interpretada mediante la luz.


En la misma fachada este se sitúa, en una ventana, la figura de la Virgen. Ésta queda iluminada a contraluz por los primeros rayos de sol del día. Arrojando una figura de luz que se desplaza con el ritmo del sol dentro de la oscuridad de la Iglesia; otra vez, la figura se evoca mediante luz y no tanto mediante su símbolo cristiano.

A medida que Sol avanza en su recorrido celeste la virgen se queda en penumbra, mientras que la oscuridad se llena de forma progresiva de pequeñas manchas de luz coloreada, provinentes de la fachada sur.
Éste ambiente policromado y de luz danzante recuerda a las vidrieras emplomadas de las antiguas catedrales, llenas de pasajes y milagros de Jesús, éstos pasajes ahora danzan destilados de simbolismom mediante un caleidoscopio de luz y color, por la oscuridad de la iglesia. La pared Sur simboliza la plenitud en la vida de Jesús.


Cuando el sol avanza hacia el oeste, la iglesia se transforma llegando al ocaso. En la fachada oeste no hay ninguna apertura, sólo un lucernario, gemelo al oriental. Mientras la Iglesia se inunda de oscuridad el lucernario emana una luz cálida que los muros de la iglesia, Como los brazos de María en la Pietá de Miguel Ángel, acunan y acogen hasta que se extingue, al mismo tiempo que el sol cruza el horizonte.











Al final la iglesia queda inmersa en la oscuridad. La gracilidad de la luz desaparece, la luz de la luna toma el relevo. Ahora sin sus actores la iglesia se vuelve pesada, terrenal, una ruina en el claro del bosque. Quizás ahora si que podamos hablar de arquitectura justo antes de que el sol vuelva a despuntar en el alba.

1 comentario:

Traveler dijo...

http://afinidades-electivas.blogspot.com/2009/08/una-hora-y-media-en-ronchamp.html