23 abr 2010

...donde la luz y el polvo eran felices...



La arquitectura moderna tiene una relación con el tiempo igual de frágil que el vidrio que la separa del exterior. El vidrio nos permite una conexión con el entorno perfecta, una urna en pleno contacto con la naturaleza. Sin embargo, así como en el espacio dicha conexión es fluida y clara, la relación con el tiempo es abrupta y descarnada. Mientras el exterior sufre los embistes del tiempo el interior se nos propone como una urna inalterable y protegida, un espacio suspendido en un “eterno presente” que aspira a ser aquel que las fotografías de arquitectura reproducen.
El tiempo en su interior simplemente estorba, se niega con la misma rapidez que con un plumero se sacude el polvo de todas sus superficies, y sin embargo el tiempo impone un sentido y exige respeto.

...donde la luz y el polvo eran felices...

Así describe Paul Valéry el estudio del Pintor Edgar Degas. Una buhardilla atestada de los objetos que pueblan sus obras. Como absurdos testigos del tiempo dispuestos aleatoriamente: un barreño, la bañera de zinc deslustrado, albornoces mustios, cajas, botes, lápices, cabos de pasteles, buriles etc. Todo ello iluminado a través de un vano acristalado, ( no muy limpio como apunta Valéry ).

La arquitectura no debiera ser aquella que domina las formas, el espacio o la luz, si no aquella que acomoda y acoge al tiempo en su interior. Escribimos en el número 01 de engawa sobre ese espacio, y de algún modo lo escenificamos a través de la ruina, pues en ella los tiempos se hacen visibles, palpables. El pasado como sedimento, el ahora como presente y el futuro anunciado en la segunda ley de la termodinámica, donde la naturaleza salda su deuda con el hombre. Al mismo tiempo la Ruina carece de cerramientos, frente a la frontera plana del vidrio, propone la profundidad del espacio. El interior como cueva.

Hay 3 proyectos que reproducen este conflicto de tiempos, y espacios mediante la arquitectura moderna y la ruina como protagonistas.

La casa en Alenquer, Portugal, de los hermanos Aires Mateus finalizada en 2003



Extraído de la memoria y traducido libremente “La casa existente tenía como valor sus paredes exteriores, que se recuperan. Los muros imprimen los espacios con fuerte carácter, dados por su peso y por la ambigüedad de sus límites. (…) el límite del vidrio constituye una frontera precisa frente a las espesas paredes”

El Cortijo de las Hermanillas, en Granada de Antonio Jiménez Torrecillas.



Extraído de la memoria: “ un nuevo muro habitado que contempla aquellos viejos muros que albergaron otras vidas, que venera cada uno de sus espacios y que al descubrirlos, los dota de un nuevo significado (…) una suma de formas futuras de habitar este lugar “

La Casa N , en Oita, Japón, de Sou Fujimoto



Extraído de la memoria “ Los residentes consruyen su vida en el interior de estos entornos graduales (…) Se podría decir que la arquitectura ideal es un espacio exterior que se siente como un interior y un espacio interior que de la sensación de estar en el exterior. En una estructura anidada, el interior es invariablemente el exterior y viceversa.”

En los dos primeros casos ruina y arquitectura se intercambian el papel de envoltorio y envuelto, utilizando a la ruina como mecanismo complementario y necesario de la arquitectura, creando una pareja al estilo doctor Jekyll y Mr. Hyde, dónde ambas personalidades suplen sus respectivas carencias .
Sou Fujimoto ,sin embargo, rompe esta relación simbiótica de los proyectos anteriores aunando ambos conceptos ( ruina y arquitectura ) en un nuevo entorno gradual, difuso y profundo que vale la pena estudiar.

En definitiva crear espacios donde la luz y el povo sean felices...Quizás esa sea la tarea más difícil.

6 comentarios:

Andrés dijo...

Bien, buen alegato, y me gusta eso de los sedimentos. Sin embargo, seguro que se puede tener interiores de esa calidad... aunque limpitos, ¿no? Broma. Abrazos, amigos.

Pablo Twose dijo...

Muchas gracias Andrés. ;)

Unknown dijo...

Buenas tardes. He encontrado este blog por casualidad y me parece que está muy bien. Esta entrada en concreto me parece muy interesante. Al leerlo me han venido a la memoria las casas de Barragán, que parecen nacidas para ser viejas. Es cuando las paredes empiezan a desconcharse un poquito, cuando la madera del suelo se oscurece por efecto del sol y el uso, cuando las jacarandas tiran la hoja, con un aire ajado, de ruina incipiente, cuando estas casas están en todo su esplendor.
Y sí, la arquitectura además de ser arte de la luz y el espacio es arte del tiempo, de lucha contra él o de adecuamiento a sus ritmos, de marcarlo, pautarlo ,como una partitura de piedra o intentar que desaparezca.
Felicidades por el blog.

Pablo Twose dijo...

Tienes toda la razón, las casas de barragán tienen esa atmósfera de tiempo dilatado. Muchas gracias por el apunte y por la participación, que nos anima a seguir con este blog de ritmo lento.
un saludo

stepienybarno dijo...

Preciosa reflexión.
Y completamente de acuerdo en que el tiempo en más de una arquitectura parece que estorba y en otras, como las de Barragán que apunta José Ángel, acompaña con dignidad encomiable cada minuto de su historia.

Y quizás, aquí está uno de los grandes problemas de la arquitectura. Que de tanto verla en fotos, acabamos creyéndonos que la realidad es esa, en vez, de asumir que solo es una metonimia idealizada de lo que realmente es la arquitectura que se pretende mostrar.

Pablo Twose dijo...

touché.