13 nov 2011

Lugares




En el  libro de Ernst Hemingway  "Adiós a las armas"  puede leerse:

Me callé. Siempre me han confundido las palabras: sagrado, glorioso, sacrificio, y la expresión “en vano”. Las habíamos oído de pie, a veces, bajo la lluvia, casi más allá del alcance del oído, cuando sólo nos llegaban las palabras gritadas. Las habíamos leído en las proclamas que los que pegaban carteles fijaban desde hacia mucho tiempo sobre otras proclamas. No había visto nada sagrado, y lo que llamaban glorioso no tenía gloria, y los sacrificios recordaban los mataderos de Chicago con la diferencia de que la carne sólo servía para ser enterrada. Habían muchas palabras que no se podían tolerar y, a fin de cuentas, sólo los nombres de las localidades habían conservado cierta dignidad. Pasaba lo mismo con algunos números y algunas fechas.  Los nombres de las localidades era lo único que aún parecía tener algún significado. Las palabras abstractas como gloria, honor, valentía o santidad eran indecentes, comparadas con los nombres concretos de los pueblos, con los números de las carreteras, con los nombres de los ríos, con los números de los regimientos, con las fechas. 


De alguna manera este texto, y sobre todo esta frase:
"Los nombres de las localidades era lo único que aún parecía tener algún significado".....
Me recordaron un artículo que escribió  Pedro puertas Herrera, compañero de la revista engawa, dedicado al arquitecto  Jujol en la revista Quaderns:

En 1998 algo cambió en la relación que mantenemos con el medio físico. Se aprobó la Ley del Suelo (...) Esta ley simplificó nuestro vínculo con el territorio hasta convertirlo en una transacción económica, donde el "lugar" era sustituido por el "suelo".

(...) Estos modelos también borran la toponímia local que unía al medio físico con la memoria colectiva. En su lugar aparecen lo nombres de los nuevos asentamientos, tales como "Els Pallaresos Park", "Jardins de l'imperi", "Els Pallaressos Cinc Estrelles".... y los que vendrán (...)   

La tradición oral es acallada por el reclamo publicitario, construyendo un territorio mediante un sistema repetitivo, seriado y normalizado, en lotes y parcelas para casas con jardín (...)


Entre el primer texto y este segundo han pasado casi 100 años.

En1910-20 el lugar es una sólida ancla dónde depositar nuestras esperanzas, un sólido espacio dónde refugiarse contra las grandes palabras, gloria o sacrificio, en el segundo 2000-2010 es un espacio en peligro de extinción, un espacio engullido por palabras prosaicas, por "reclamos publicitarios": chalet con piscina, calidad de vida, sueños....

Hoy en día nuestros sueños pueden ser tan pesados que llegan a aplastar la realidad.